sábado, 11 de mayo de 2013


Érase una vez, un monstruo que
vivía a las puertas de un pueblo.
Era un monstruo muy malo que
daba mucho miedo.
Atrapaba a la gente y
la aplastaba con sus grandes dientes.

A los vecinos del pueblo les
asustaba el monstruo, y nadie se
atrevía a acercarse a las puertas.
Todos se quedaban
dentro del pueblo.

Cuando el rey se enteró de esto,
mandó llamar a sus caballeros.
Los caballeros cabalgaron
dispuestos a derrotar al monstruo.

"¡Ja! ¡Toma!"
Sus espadas acuchillaron y sus
lanzas arrojaron, pero el monstruo
no moría.
El monstruo se echó a la boca
a los caballeros, uno a uno,
incluidos los caballos.

¿Qué iba a hacer el rey?
Se inquietó y se preocupó y caminó
nervioso, pero no hallaba solución.

Poco después, la sacerdotisa del
pueblo acudió al castillo. Era una
persona buena y amable. El rey le
pidió que derrotase al monstruo que
vigilaba las puertas.

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